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lunes, 13 de agosto de 2012

Nuevo record: Segunda Lonely Planet perdida!

Es lo que tiene ser un campeon, que nunca se sabe cuando, sacando fuerzas donde parecia que ya todo estaba perdido, va a producirse una remontada que dejara boquiabirertos a propios y extranios.
En la noche del 9 de agosto de 2012, Hermes, el antanio conocido como Principe de las Moscas, desafiando todo pronostico, con cara compungida y alforjas desangradas, revueltas, descuartizadas una y otra vez, tendidas sus visceras sin vida ya sobre la cama del hostal, anuncio su nueva proeza: habia vuelto a perder la Lonely Planet. Como lo oyen. La misma que habia comprado en Yakarta -tras remover no Roma con Santiago sino Bali con Sumatra para encontrarla- y que sustituia a la abandonada en el avion que nos trajo a Indonesia (comprada por su hermana en Mexico y llevada posteriormente a Espania).
Habiendo tenido a buen recaudo la segunda Lonely con ojos vigilantes y manos cautas, durante todo el mes, en una de mis alforjas delanteras, el rapido P. de las M. aprovecho un descuido para, ziummmm, pasarla a la redecilla pulpo que, sobre su transportin, aprisionaba la mochila y esterilla, con el pretexto de necesitarla para buscar un hostal en Kuta, Bali, donde pasar los cuatro ultimos dias de vacaciones. Poco sabia yo, el, y la mismisima Lonely que sus horas a nuestro lado podian estar contadas.
Con gran sigilo y elegancia extremos, en un abrir y cerrar de paginas, la criatura fue abandonada en uno de los numerososo hostales, hoteles, pensiones y demas engendros similares que tuvimos a bien, y a mal, recorrrer antes de asentarnos, de dar el "Si, quiero".
Pero toda persona tiene corazon -por mucho que algunas se nieguen a reconocerlo y muchas, incluso, a tener conciencia de el- y un campeon no deja de ser tambien, y sobre todo, una persona. De esta manera, en algun lugar de ese recoveco magico donde deseos y miedos se sientan a desayunar a la misma mesa, sono una vocecilla de compasion y Hermes no pudo por menos de escucharla. Guiado por ella a traves del intrincado laberinto de callecitas y callejones kutenses, recogio a la triste abandonada que, sana y salva, pero con un profundo trauma -quizas incurable- por la experiencia vivida, volvio al seno de este hogar donde el ronroneo de las motos anuncia el nacer del nuevo dia y la promesa de nubes azules se escabulle entre tejados pagoda y tablas de surf dormidas.

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