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lunes, 13 de agosto de 2012

Tierra, agua, aire, fuego

Sentados en la playa de Bingin, en Bali, mientras el sol se desangra en el horizonte, meditamos en silencio. El aire es fresco, balsamo para nuestras mejillas tostadas. Las olas mueren, y renacen, una y otra vez, a unos metros de nosotros. La mente se revuelve traviesa, indomita, ante la propuesta de paz que se le ofrece. Mis sentidos se ralentizan. Bajo las rodillas, el calor que la arena ha acumulado a lo largo del dia. La espalda recta y el cabello acariciado por la brisa. Espuma. Nubes que se oscurecen e incendian a la par alli, donde el mundo deja de ser mundo. En el silencio tumultuoso de pensamientos que se revuelven como serpientes inquietas, un sonido sospechoso a nuestro lado que nos obliga a abrir los ojos. Un amigo ha decidido compartir con nosotros la experiencia.

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