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jueves, 9 de agosto de 2012

Where do you go?

me pregunta el chico de gafas de sol, cabello corto, cuando ve como estamos preparandonos para salir.
- To the volcanos- le contesto.
-Oh, my God! - exclama.
- Oh, your God! - sentencio.
Nos habiamos levantado a las 5:30 de la maniana para ver los delfines. Tras regresar de la excursion, y desayunar, nos ibamos a lanzar a la aventura de subir a algunas de las cimas mas elevadas de Bali, dos volcanes a cuyos pies se extienden tres lagos. Me daban ganas de donar mis alforjas y pedalear en baniador, con la tarjeta de credito entre los dientes, para evitar cualquier gramo que pudiese incrementar el sufrimiento seguro que nos esperaba a la vuelta del mapa, ese mapa que indicaba como, en apenas unos centimetros, apretujadas, se observaban varias curvas de nivel, de 25 metros cada una, lo cual significaba que aquello iba a doler de lo lindo, pues teniamos como referencia la carretera que nos condujo a Amed donde, mas que cuestas, nos encontramos con rampas de lanzamiento de cohetes, casi verticales, que supusieron un sobreesfuerzo descomunal.
La travesia se desarrollaba con calma, pero con una calma ominosa, pesada, que vaticinaba grandes torturas. Junto a mi lado, ademas de la sombra proyectada sobre el asfalto por el sol a mis espaldas, habia otra, la del miedo, que levitaba en silencio, mirandome de soslayo. La creada por cierto temor que se habia aposentado lentamente, cual ave negra, con garras puntiagudas, sobre los hombros de mi conciencia desde que, tras esas pendientes tan exigentes, comence a sentir una presion rara, molesta, en el pecho. Di por supuesto que se debia a que, como tenia que "escalar" sobre la bici (pedalear de pie, apoyando todo mi peso en el manillar), esto habia producido una sobrecarga en mis musculos pectorales y de ahi ese cosquilleo inquietante.Pero esa explicacion no me dejo del todo satisfecho. Era como buscar argumentos sensatos, suaves, a un hecho que por producirse en la zona del corazon suscitaba mayores inquietudes.
Llegando a Munduk, cuando ya la carretera llevaba muchos kilometros enseniandonos los dientes -y yo empezaba ya a sentirme mal- me tope con una familia de franceses que van a estar un anio en bicicleta por Indonesia, Laos, Nueva Zelanda, EE.UU., etc. Dos tandems, un carrito, padre, madre y tres ninios, nada menos. Ese era el coctail verde, rojo, brillante, como sus ropas, alforjas, sonrisas y bicicletas, que me encontre en mitad de una montania indonesia.
Tras despedirme de ellos, continue subiendo pero, a medida que el grado de inclinacion iba volviendose mas sadico, mi corazon daba claras seniales de imposibilidad. Y lo supe, de igual modo al que dicen les ocurre a los enamorados cuando se ven por primera vez, que lo saben, pues yo supe que no iba a poder subir esas cuestas. No porque no tuviera condicion fisica o animos -como me sucedio en Peru-, sino porque me era del todo imposible mantener semejante esfuerzo mucho tiempo sin que algo malo me ocurriese. Mi corazon, como el de Heinrich de los Hermanos Grimm, tenia varios aros de acero alrededor que le impedian abrirse adecuadamente para satisfacer la demanda del oxigeno requerido. Mis piernas, rabiosas, gritaron que les dejara a ellas, que se encargarian de todo. La sombra se sento, con las piernas cruzadas, sobre las ramas de un arbol, en silencio, observandome, el viento agitaba sus ropajes negros. Hice caso a mis piernas y continue. La sombra regreso a mi lado. Yo sudaba a mares y el cosquilleo que revoloteaba en mi pecho comenzo a clavarme sus alas con espinas. Me pare y la sombra, detras de mi, tambien lo hizo. Intente escuchar su respiracion, pero ningun sonido provenia de ella. Decidi que no tenia sentido continuar y que, esta vez, debia cambiar mi objetivo cicloturista: en lugar de exigirme el teson para coronar puerto, era preciso tirar de sentido comun y obtener el descafeinado premio otorgado por la sensatez de haber escuchado, conocido y respetado mis limites.

Tras decirle a Hermes lo que me estaba ocurriendo, decidimos darnos un respiro (literalmente) viendo, que suerte!, una cascada que habia a apenas 500 metros del lugar en que habiamos parado. De camino a ella, no dejaba de bostezar, y recorde que el bostezo es un medio a traves del cual el cerebro se oxigena, lo cual me daba pistas sobre mi estado fisico. A medida que andaba, sentia mareos y el estomago ligeramente revuelto. Me parecio que la sombra se habia acercado mas a mi, que incluso sus negros ropajes rozaban mi espalda. He de reconocer que en ese momento me asuste un poco. Luego, ante la posibilidad, remota, si, de que esto fuese algo serio y que acabase dramaticamente (la vena poetica produce estas reflexiones), me dije que, al fin y al cabo, despedirse del mundo estando montando en bicicleta, al lado de un amigo, y en un lugar tan maravilloso, no era tan mala opcion si se miraba atentamente.














Luego pense en mi familia, mis amigos de allende los mares, y senti que mejor lo dejaba para mas adelante. La sombra se recosto sobre una palmera datilera, me miro dubitativa y se agacho a remojarse un tanto ese rostro sin forma ni fondo que esconde su capuchon, luego, me parecio que se escabullia entre la maleza, como absorvida por el mismo aire.
Decidi parar un transporte y esperar al pobre Principe de las Moscas arriba. Asi lo hicimos. Un camionaco se encargo de hacer las delicias de este pobre cicloturista sensato que vio como las cuestas que aun estaban por venir eran tan temibles y terribles como las habia imaginado, y me alegre infinito de haber tomado esa decision.

Ya arriba, con las vistas de dos de los lagos a mis pies, espere a mi pobre amigo que llego algun tiempo despues sudoroso, descompuesto. Habia superado una proeza digna de las mejores cronicas que muchos trovadores deberian narrar por los siglos de los siglos.
El sol se marchaba ya, cansado de esperarnos, y un frio intenso empezaba a corretear por entre los radios de nuestras bicicletas. Nos pusimos algo de abrigo, nos abrazamos y posamos para la posteridad. Dos hombres y un destino: ser.
Ser quienquiera que uno sea.
Y disfrutarlo.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado la narración, las fotos, todo y también tu decisión, muy inteligente...

    "Saber abandonar a tiempo no es un fracaso es solo la oportunidad de comenzar de nuevo de forma más inteligente".

    Besos

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  2. Walter,muy bien hecho una buena decisión ,muchos bsitos,cuidaros.

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  3. HICISTE MUY BIEN , EN NO SEGUIR CADA UNO SABE SUS LIMITACIONES Y ES MAS SENSATO NO REBASARLAS TE MANDO MUCHOS BESOS Y MUCHA FUERZA PARA LO QUE TE QUEDA , YA ME CONTARAS LO DE LA FAMILIA FRANCESA ME DEJO ALUCINADA , QUE COSA TAN CURIOSA ....

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  4. Muchas gracias, chicas. No os preocupeis que,precisamente por no haberme pasado de la raya, estoy bien. Respecto a la familia francesa, es de verdad para alucinar porque viajar en bici, durante un anio, con tres ninios, tiene tela. Me dieron la direccion de su blog, que ahora mismo no tengo a mano,ya la escribire, para quien quiera ojearla.
    Un beso muy fuerte a todas!

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