Me grita un chaval motorista, cuando me saluda desde el arcen
en que ha parado. Tambien una mujer de cara regordeta y simpatiquisima me ha
cantado: “Be careful, misteeeeeeer” cuando he pasado a su lado. Estas dos advertencias
se unen a una tercera, en la que otro motorista me decia que tuviera cuidado
con la camara de fotos, cuando intentabamos abandonar la sempiterna Medan,
entre los cientos de personas que revoloteaban, a pie, entre el trafico.
En
Medan MEDabAN ganas de teletransportarme a otro lugar del universo donde no
hubiese semejante contaminacion acustica, atmosferica y visual (muchos de ellos llevan mascarillas y panuelos cubriendo su nariz y boca). Y dado
que me estaban llamando Mister, me preguntaba si se referian a Mister Spock,
Mister Proper, Mister Sandman o, simplemente, Mister Marshall, cualquiera de
ellos –probablemente Mister Spock- hubiese favorecido dicha teletransportacion.
Pero no pudo ser, nos toco comernos esos humos, ese traficazo para ir,
lentamente, entrando en la selva. El transito fue anunciado por una fila de
palmeras inmensas en medio de los dos carrilles de sentido contrario en la
carretera que pedaleabamos, en busca de la direccion a Barastagi (“Venastaqui,
si puedes”, que decimos nosotros, porque se las ha traido llegar…) Las
viviendas y comercios, a lo largo de la carretera, no dejaban de expandirse
como sucedia en India o Tanzania. Toda la vida esta pegada a esta arteria
suministradora de recursos. Racimos de construcciones como los racimos de
frutas que cuelgan en los cientos de puestecitos: pinias, cocos, lichis, mangos
y un sinfin de frutas mas -cuyos nombres desconocemos-, que estamos degustando
y cuyos sabores y texturas son, simplemente, indescriptibles.
Los indonesios son muy simpaticos, cariniosos y, ademas,… no
te piden dinero! Es increiblemente relajante despues de mis ultimas
experiencias cicloturistas veraniegas. Pero, claro, son tan alegres y
saludadores (ademas del “mister” usan el “Sir” para dirigirse a nosotros) que
uno no puede por menos de corresponderles. El tema es que nosotros somos dos, y
ellos son cientos, miles, a lo largo del dia, y no dejan de venir y venir, los
muy cobardes, por riadas, y nos tenemos que enfrentar a ellos infatigablemente,
pagar sus saludos con sonrisas. Al cabo de unas horas, los musculos que
intervienen en la sonrisa empiezan a contracturarse y toca cambiar de metodo:
elevar las cejas, afirmar con la cabeza, fruncir la nariz (este ultimo me
encanta, nunca lo habia probado), sacar la lengua (este para los ninios)…
Vuelven a mostrar su fascinacion con el futbol espaniol y
sus recientes triunfos, asi que, bueno, estoy empezando a asumir que, a pesar
de que no me gusta, ni interesa, y deploro ese universo, a la hora de viajar,
nos favorece pues la gente es mas simpatica y esta mas dispuesta a ayudar solo por
el hecho de que seamos espanioles (recordad que viajo con mi banderin de
Espania en ristre y muchos de ellos, nada mas verlo, identifican el pais). Me
pregunto si acabare por los suelos, como me sucedio en Tanzania, por ser
simpatico y corresponderles levantando la mano, alli porque entre en un banco
de arena y aqui porque las carreteras no tienen arcen y es muy facil, dado que
vamos orilladisimos a la izquierda, salirse de ella ante una perdida momentanea
del control por un bache, piedra o vehiculo que venga de frente, ocupando
nuestro carril, lo cual es un clasico en estos lares. No se cortan un pelo y,
como cada uno de los dos carriles que tiene la carretera, uno por sentido, no
supera los tres metros de anchura, ocupan el nuestro con total impunidad y ya
nos hemos llevado mas de un susto…
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